El Cambio de Horario: La Historia de una Madre

Hola queridas,

Hablemos sobre el temido cambio. Ya saben a cuál me refiero, cuando nuestro delicado equilibrio de sueño se va por la ventana. Sí, ese mismo – el Cambio de Horario. Solo escuchar esas palabras me pone los pelos de punta.

En primer lugar, ¿podemos estar de acuerdo en que quienquiera que haya ideado este concepto claramente no tenía hijos? En serio, ¿quién pensó que sería una idea fantástica alterar nuestras ya delicadas rutinas de sueño?

Imagínense esto: ya están agotadas tratando de cumplir con las demandas de la crianza, y de repente, los relojes adelantan o retroceden. ¡Es como una broma cruel!

Comencemos con el trabajo de preparación. Es como si estuviéramos preparándonos para un maratón, excepto que es un maratón de privación de sueño. Tenemos que idear estrategias, planificar y prepararnos mentalmente para el caos que se avecina.

¿Preparar a los niños para el cambio de horario? Es como pastorear gatos. Intentas explicar por qué la hora de dormir es repentinamente una hora antes o después, pero te miran como si hubieras perdido la cabeza. Y ni siquiera hablemos de ajustar los horarios de la siesta; es como jugar a la ruleta con un niño malhumorado.

Y luego está el agotamiento, oh! el agotamiento. Estamos cansadas antes de que incluso ocurra el cambio de horario porque sabemos lo que se viene. Nos preparamos para las noches de insomnio, las mañanas tempranas, las tazas de café interminables solo para mantenernos en marcha.

Pero no se trata solo de la logística o la falta de sueño lo que nos afecta; es la carga mental: el constante malabarismo de horarios, las listas de tareas interminables, la preocupación constante sobre si estamos haciendo lo suficiente por nuestros hijos, si lo estamos haciendo bien, si estamos cumpliendo con algún estándar imposible. Y cuando llega el Cambio de Horario, es como si alguien hubiera agregado otro peso de 10 kilos a nuestros hombros ya sobrecargados.

Y no olvidemos a los padres predeterminados. Aquellos que parecen cargar con el peso del mundo sobre sus hombros que, en la mayoría de los casos son las madres. Son las que se espera que tengan todo bajo control, que tengan todas las respuestas, que nunca muestren ni el más mínimo indicio de debilidad. ¿El Cambio de Horario? Es solo otro desafío que tienen que enfrentar con una sonrisa en la cara y un intravenoso de cafeína en el brazo.

Pero oigan, aquí está la cosa: sobrevivimos. De alguna manera, de alguna manera, lo logramos. Podemos tropezar y tambalearnos durante los primeros días, pero eventualmente encontramos nuestro ritmo. Encontramos formas de colar esas tazas de café extra, de robar unos momentos de tranquilidad en medio del caos, de reír frente a la privación de sueño. Encontramos momentos de conexión con nuestros pequeños que hacen que todo valga la pena.

Entonces, a todas las mamás que se están preparando para el cambio de horario: tu puedes. Eres más fuertes de lo que piensas, más resiliente de lo que crees. No estás sola en este viaje loco y privado de sueño. Y recuerda, es solo una hora.

Podemos manejar una hora.

¿Verdad?

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