6 Cosas Que Haría Diferente Si Pudiera Volver a Ser Mamá por Primera Vez
Ser mamá por primera vez es como lanzarse a una piscina sin saber nadar: emocionante, aterrador y, seamos honestas, un poco caótico. Aunque es un viaje lleno de amor y momentos de pura alegría, hay algunas cosas que haría diferente si pudiera empezar de nuevo. No es que me arrepienta (bueno, salvo esa vez que intenté hacer papilla a las 2 a.m.), pero sí son lecciones que me encantaría compartir contigo.
1. Aceptar las Imperfecciones
Como mamá primeriza, estaba muy enfocada en tratar de hacer todo “perfecto”, desde las tomas perfectamente sincronizadas hasta una casa impecable. Spoiler: eso no duró mucho. Ojalá hubiera sabido antes que está bien dejar que algunas cosas se pasen de largo a veces. Los bebés no necesitan perfección; necesitan amor, comodidad, y una mamá que no pierda la cordura por unos calcetines desparejos. Ahora le diría a mi yo primeriza que abrace el desorden, el caos y las imperfecciones. Todo es parte del hermoso (y ocasionalmente pegajoso) viaje ¡y hasta tiene su encanto!
2. Ser Más Amable Conmigo Misma
La presión para ser la mamá perfecta es real, y es fácil ser tu propia crítica más dura. Mirando atrás, desearía haber sido más amable conmigo misma, reconociendo que estaba haciendo lo mejor que podía, dadas las circunstancias (a veces esto incluía un bebé que se negaba a dormir). Si pudiera hacerlo de nuevo, me recordaría a diario que ser una buena mamá no significa ser perfecta; significa presentarse, día tras día, con amor y compasión tanto para mi hijo como para mí misma. Y sí, a veces eso implica sobrevivir con champú en seco y café. ¡Todo vale!
3. Recordarme Que la Lactancia Puede Ser Difícil
Nos venden la lactancia como lo más natural del mundo, pero la realidad es que puede ser increíblemente desafiante. Luché más de lo que esperaba y sentí mucha presión para seguir adelante a pesar de las dificultades. Y aunque lo logre, si pudiera hacerlo de nuevo, me diría que está bien usar teteros y que no debo preocuparme tanto por la “confusión mamila-pezón”. Lo importante es que el bebé esté bien alimentado, ya sea con pecho, tetero, o esa tercera mano que ojalá tuviera.
4. Confiar en Mis Instintos
Hubo muchas veces en las que dudé de mí misma, buscando respuestas en libros, blogs y foros. Si bien es genial buscar consejos, he aprendido que los instintos de una madre son poderosos y a menudo acertados. Si pudiera retroceder, confiaría más en mí misma, nadie conoce a mi hijo mejor que yo. Sí, eso incluye confiar en que mi bebé lloraba porque no le gustaba la canción número 37 del playlist (porque obviamente, “Estrellita” es un clásico).
5. Priorizar Mi Bienestar
A menudo dejaba mis necesidades en segundo plano (todavía lo hago, pero seguimos aprendiendo), pensando que tenía que sacrificarlo todo por mi bebé. Pero he aprendido que cuidarme—ya sea tener unos minutos de silencio, un hobby, o dormir un poco—me hace una mejor mamá. Si pudiera hacerlo de nuevo, haría del autocuidado una prioridad. Una mamá feliz y saludable es el mejor regalo que le puedo dar a mi hijo. Y sí, a veces autocuidado es esconderme en el baño cinco minutos. ¡Sin juicios!
6. Dejar Ir la “Culpa de Mamá”
La culpa de mamá es real y puede ser abrumadora. Ya sea por volver al trabajo, las elecciones de alimentación o cuánto tiempo de pantalla es demasiado, siempre hay algo por lo que sentirse culpable. Si pudiera hacerlo de nuevo, trabajaría en dejar ir esa culpa, entendiendo que cada mamá tiene su propio camino y que está bien hacer lo que es mejor para tu familia, incluso si no se alinea con lo que piensan los demás. Además, spoiler: la mamá que parece tenerlo todo bajo control, probablemente también está improvisando.
Muchas de estas lecciones siguen siendo igual de válidas hoy en día con mis dos pequeños, que ahora tienen 3 años y 16 meses. La maternidad es difícil, especialmente sin una red de apoyo, pero es un camino lleno de aprendizaje, crecimiento y amor infinito. Y con cada día que pasa, me doy cuenta de que nosotras, las mamás, somos resilientes, capaces y merecedoras del mismo amor y cuidado que damos a nuestra familia. Así que, aunque hay cosas que haría diferente si tuviera la oportunidad, estoy agradecida por la experiencia y las lecciones que voy aprendiendo en el camino.
Si estás navegando la maternidad sin el apoyo que esperabas, te animo a que leas mi post anterior, “La Tribu Que No Fue: Maternidad Lejos de Casa“. Ahí hablo sobre lo que es ser mamá sin la tribu tradicional y cómo he logrado salir adelante.
A todas las mamás primerizas: confíen en ustedes mismas, sean amables con ustedes mismas, y recuerden que están haciendo un trabajo increíble. Y si todo lo demás falla, recuerden: siempre hay chocolate.
Y a las demás mamás: Si pudieras retroceder y rehacer tu experiencia como mamá primeriza, ¿qué harías diferente? ¿O qué consejo le darías a una nueva mamá? ¡Me encantaría escuchar tu historia!