Crianza Sin Filtros: Más Allá del Recién Nacido
Cuando te conviertes en mamá o papá, todo el mundo te prepara para la etapa del recién nacido. Te dicen que será la parte más difícil. Escucharás sobre las noches en vela, las sesiones interminables de alimentación y el constante cambio de pañales. Y sí, esa etapa es dura—no hay duda. Pero la verdad de la que casi nadie habla es: lo más difícil no son esos primeros meses, es todo lo que viene después.
Cuando esa burbuja de recién nacido se revienta, el apoyo que tenías—si es que lo tenías—empieza a desaparecer. Al principio, tal vez la gente pregunta cómo está el bebé, pero pronto incluso eso se desvanece. En mi caso, no es que tuviera un ejército de personas para ayudarme. Tengo la suerte de tener un esposo maravilloso, que ha sido mi roca durante todo este camino, pero aún con su apoyo, es fácil sentirse aislada cuando parece que el resto del mundo sigue con su vida. Esta es la parte que realmente te pone a prueba.
La etapa del recién nacido: una burbuja de atención
En esas primeras semanas, el foco está completamente en el bebé. La gente quiere actualizaciones, fotos y hasta te dan consejos – algunos tan absurdos que parecen chiste (Lee aquí mi post de Consejos Absurdos). Pero incluso con toda esa atención, la ayuda práctica es mínima. Aunque tengo la fortuna de tener a mi esposo a mi lado, sigue siendo abrumador darte cuenta de lo poco apoyo que hay más allá de tu hogar. El bebé recibe toda la atención, pero ¿dónde quedan los padres? Sin dormir, agotados y esperando un momento para respirar. Y con el paso de las semanas, esas pocas personas que te preguntaban cómo te iba, desaparecen lentamente.
Se espera que navegues esta experiencia tan transformadora sin la famosa “tribu” que dicen que se necesita para criar un hijo.
Si estás criando a tus hijos sin red de apoyo, especialmente lejos de tu familia, te invito a leer mi post La Tribu Que No Fue: Maternidad Lejos de Casa, donde profundizo más en los retos de hacerlo todo sin esa tribu tan necesaria.
Después de la burbuja: donde empiezan los verdaderos retos
Cuando la etapa del recién nacido termina, es cuando los verdaderos desafíos comienzan. Ya no se trata solo de pañales y alimentaciones; ahora estás lidiando con todo. El bebé sigue sin dormir toda la noche, pero la gente espera que ya estés como antes—manejando al pie el trabajo, las tareas del hogar, las relaciones y, claro, siendo una madre presente.
Esta es la fase donde sientes que deberías tenerlo todo bajo control, pero la realidad es que apenas estás manteniéndote a flote. Y déjame decirte algo: está bien admitir que no eres una especie de supermamá o superpapá. De hecho, he escrito sobre este mismo sentimiento en mi post No Soy una Supermamá, donde reflexiono sobre las expectativas poco realistas que nos imponen y lo importante que es aceptar que no lo tenemos todo resuelto.
Nos hacen creer que deberíamos poder hacerlo todo, pero la verdad es que esta etapa es dura. Es desordenada, agotadora y abrumadora. Y no estás sola si te sientes así.
Haciendo malabares
Cuando sales de la etapa del recién nacido, ya no eres solo una mamá. Ahora estás intentando mantener mil platos girando al mismo tiempo, tratando de mantener todo en equilibrio. Está el peso emocional de la crianza, que muchas veces es invisible para el mundo exterior, sumado a las demandas prácticas de la vida. El trabajo, las relaciones, el autocuidado, las tareas del hogar—todo necesita tu atención, pero el tiempo y la energía que tienes son limitados.
Cada mamá conoce esa sensación de sentirse jalada en mil direcciones a la vez. Haces todo lo posible por estar presente para tus hijos, pero en el proceso, te sientes tan agotada que parece que no queda nada para ti. Es un acto de equilibrio que nunca se siente estable, y la presión constante puede hacerte sentir que estás fallando.
La nueva normalidad: la verdadera cara de la maternidad
Entonces, ¿la vida volverá a sentirse normal alguna vez? La respuesta corta es sí—pero es un nuevo tipo de normal. La vida que tenías antes, en la que podías salir cuando te diera la gana, dormir hasta tarde los fines de semana y tener control total sobre tu tiempo, se ha ido por ahora. Pero la vida que tienes ahora, aunque caótica y agotadora, está llena de nuevas alegrías y un amor que no sabías que existía.
La clave para sobrevivir esta fase es aceptar que la “normalidad” que estás buscando no es la misma que tenías antes de tener hijos. Te encuentras en una etapa distinta de la vida, y aunque es más desafiante de lo que te dicen, también es más enriquecedora de maneras que son imposibles de explicar.
A medida que tus hijos crezcan, las cosas cambiarán. Volverás a encontrar tu ritmo, aunque se vea diferente a lo que imaginaste. Tendrás pequeños momentos para ti, y sí, algún día, volverás a dormir – al menos eso me digo todo los días-. Pero mientras tanto, está bien admitir que estás luchando. Y está bien llorar la vida que tenías antes, mientras abrazas la belleza de la que tienes ahora.
Aceptando el caos
La maternidad muchas veces se describe como un camino donde lo más difícil está al principio. Pero para muchos, son los meses (y años) después de la etapa del recién nacido los que traen los mayores desafíos. Las noches sin dormir, la “tribu” que desaparece y las demandas constantes de tu tiempo y energía son reales, y está bien sentirse abrumada por todo esto.
Pero recuerda, no estás sola. Aunque las visitas y los mensajes hayan parado, hay muchísimas otras madres pasando por lo mismo. Y aunque la vida no se sienta “normal” ahora, esta etapa no durará para siempre. Abraza el caos, apóyate en los momentos difíciles y recuerda que estás haciendo un trabajo increíble—aunque parezca que todo está fuera de control.
Si esto te suena familiar o has pasado por algo parecido, me encantaría leer tus comentarios. Déjame un mensaje aquí abajo y comparte tu historia. Y si conoces a alguien que necesite un poquito de ánimo, ¡comparte este post con ellos!
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