Cuando tus hijos no se parecen a ti: Reflexiones de una mamá

Como mamás, escuchamos todo tipo de comentarios sobre nuestros hijos: cómo se comportan, cómo hablan y, por supuesto, cómo lucen. Pero hay una frase que siempre me hace sentir incómoda: “¡Guau, no se parecen en nada a ti!”

Para las mamás cuyos hijos sacaron los rasgos físicos del papá, esto es el pan de cada día. Algunos niños heredan características dominantes de un lado de la familia, mientras que otros parecen haber salido de algún pariente lejano que nadie recuerda. Y luego están los niños que, a simple vista, no tienen nada en común con su mamá o su papá, lo que hace que incluso personas bien intencionadas se sorprendan.

¿La mamá o la niñera?

Te cuento mi caso: mi hijo mayor es el clon de su papá. Cada rasgo grita “¡Papá!”—desde la forma de su nariz hasta su sonrisa traviesa. Mi hija menor, aunque diferente en algunos aspectos, se parece tanto a su hermano que a veces la gente piensa que son gemelos. Bueno, no exactamente—ella es muy chiquita. Ah, y un detalle extra: ¡es rubia!

Mientras tanto, aquí estoy yo—de cabello oscuro, ojos oscuros, y preguntándome cuántas veces los extraños han asumido que soy la niñera.

La lucha de escuchar “No se parecen en nada a ti”

Cuando alguien me dice: “Tú no hiciste nada ahí”, en referencia a la apariencia de mis hijos, me dan ganas de poner los ojos en blanco tan fuerte que se queden atorados. Sé que solo están hablando de su aspecto, pero a veces siento que ignoran todo lo que implica ser mamá:

Los cargamos nueve meses (con náuseas, dolor de espalda, tobillos hinchados y un sinfín de malestares).

Pasamos por el parto o una cirugía mayor (porque sí, la cesárea es una operación seria). No es solo una proeza física—es un maratón físico y mental.

Los criamos cada día, los alimentamos, los consolamos y los amamos incondicionalmente.

Así que escuchar un simple “No hiciste nada” solo porque mis hijos no reflejan mi rostro puede sentirse como si redujeran el rol de mamá a una espectadora biológica.

La maternidad es mucho más que genética. Es amor diario, conexión, entrega y sacrificio. I reflected on this more in Year-End Reflections: What Motherhood Has Taught Me This Year.

Cuando el comentario duele más de lo que parece

A simple vista, decir “No se parecen a ti” podría parecer un comentario inofensivo. Pero para muchas mamás, remueve sentimientos más profundos:

Nos hace sentir invisibles. Como si la única validación de que somos sus madres fuera que se nos parezcan físicamente.

Refuerza expectativas sociales anticuadas. A veces, la gente espera que las mamás tengan un vínculo físico evidente con sus hijos, pero ¿qué pasa cuando la conexión es más emocional que visual?

Nos borra del relato. Algunas personas se empeñan en encontrar el parentesco más remoto para justificar los rasgos de nuestros hijos, evitando mencionar cualquier parecido con nosotras.

“Oh, ¡tiene la nariz de su tataratío!” o “¡Mira esas piernas, igualitas a las de fulanito!”. Señalan los rasgos más rebuscados, ignorando cualquier parecido con mamá. Lo hagan con intención o no, se siente como un pequeño golpe, un recordatorio de que nos ven solo como quienes llevamos al bebé—no como alguien cuya presencia está impresa en ellos tanto como la de su padre.

Por supuesto, nada de esto cambia el hecho de que el amor, la influencia y la presencia de una madre están impresos en su hijo de maneras que van mucho más allá de la genética.

No se trata de querer que mis hijos se parezcan a mí por vanidad. Se trata de querer que el mundo vea el vínculo invisible que compartimos.

La crianza viene con tantos momentos inesperados, al igual que criar hermanos cercanos en edad. Si estás atravesando ese viaje, quizás te guste Back-to-Back Babies: Close in Age, Close in Heart.

Las palabras importan (y quién las dice, también)

No es lo mismo que un amigo cercano diga con ternura: “¡Se parece mucho a su papá!” a que alguien, con tono burlón, suelte un “Tú no hiciste nada ahí”.

Las mismas palabras pueden sentirse muy distintas según quién las diga, el tono que use y la intención detrás de ellas.

La crianza cambia mucho a medida que los niños crecen, y la etapa de recién nacido es solo el comienzo. Escribí más sobre eso en Beyond the Newborn Stage: When Parenting Gets Real.

Más allá de la genética: Lo que sí heredan de mamá

Aunque a simple vista parezca que mis hijos son copia de su papá, sé que han heredado mucho más de mí:

  • Su amor por los libros y la música.
  • Su risa cuando algo les divierte.
  • Su forma de fruncir el ceño cuando están concentrados.

Porque la verdad es que ellos son tanto parte de mí como de su papá—aunque los genes se manifiesten de formas inesperadas.

Disfrutando las diferencias

Con el tiempo, en lugar de enfocarme en lo que la gente ve (o no ve), he aprendido a apreciar lo especial de nuestra familia:

1

El parecido con su papá. Ver sus rasgos en nuestros hijos me recuerda por qué me enamoré de él.

2

Sus rasgos únicos. Más allá de su apariencia, me maravilla ver cómo sus personalidades florecen.

3

Nuestra historia y raíces. Nuestros hijos llevan consigo una mezcla hermosa de dos culturas, dos historias y dos familias.

Consejos para mamás que sienten lo mismo

Si también tienes hijos que no se parecen a ti, aquí hay algunas formas de lidiar con los comentarios:

Cambia la narrativa. Cuando alguien dice “¡Es igualito a su papá!”, en lugar de frustrarte, puedes responder: “Sí, es increíble cómo se heredan los rasgos, ¿verdad?”. Así mantienes la conversación en un tono positivo sin minimizar tu papel.

Concéntrate en la conexión. La maternidad es mucho más que compartir rasgos físicos. La conexión real está en el amor y el tiempo que compartimos con nuestros hijos.

Pon límites si es necesario. Si un comentario te incomoda, no tienes que reírte o ignorarlo. Puedes decir con seguridad: “Puede que no se parezca a mí, pero créeme, soy su mamá en todos los sentidos”.

Busca tu tribu. Hablar con otras mamás que han pasado por lo mismo ayuda muchísimo.

Mi papel como su mamá

Al final del día, mis hijos pueden no parecerse a mí, pero son míos en todo sentido.

Así que, la próxima vez que alguien diga: “No se parecen en nada a ti”, sonrié, levanta la cabeza y recuerda lo más importante: “soy su mamá, y nada puede cambiar eso.

¿Te ha pasado algo parecido? ¡Cuéntame tu experiencia!

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